Quedamos con Xavi Fontana, mitad del proyecto Invisibles, para que me cuente cómo surgió la idea de rodar una webserie, cómo ha ido la presentación de la segunda temporada y sus planes de futuro.
¿Por qué invisibles?
Invisibles
nace de Gustavo Palacios, mi socio, director y guionista de la serie, y de mí.
Nace de la necesidad vital de hacer cosas. Estábamos cansados de que la ficción que se hace en
España no nos convenciera, así que un día decidimos que, en lugar
de sentarnos en el sofá y esperar, lo mejor que podíamos hacer era crear
nuestra propuesta.
Entonces
Gustavo escribió un guión teniendo en cuenta que nos interesaba el thriller y
que queríamos alejarnos de la comedia, que es lo que mayoritariamente se hace
en las webseries. Pensamos que podíamos hacerlo fácil, en Madrid, donde
vivimos, o buscar una localización que facilitara el desarrollo de la historia.
En Madrid porque es ahí donde vivís,
¿verdad?
Exacto.
Me fui de Barcelona hace siete años porque la falta de oportunidades laborales
como actor me hizo decidir ir a probar suerte a Madrid. Y allí conocí a
Gustavo, trabajando. Conectamos porque compartíamos una misma mirada sobre
muchas cosas.
Y él
propuso rodar a Estambul porqué la ciudad, por sí sola, ya es todo un personaje
que ayuda mucho a la historia. Porqué veíamos que nos diferenciaría sobre
muchas producciones. Y porqué, además, Estambul es muy barato a la hora de
rodar. Fuimos a Estambul...
Y fuisteis literalmente tú y
Gustavo...
Sí,
con lo puesto. Es decir, con una cámara y un micro. No conocíamos a nadie. Nos
pusimos en contacto con el Instituto Cervantes de Estambul por si nos podían
poner en contacto con alguna compañía de teatro que pudiera hablar un poco de
castellano. El mail que enviamos dio vueltas hasta que llegó a una bailarina
francesa que vive en Estambul, a quién no conocíamos, y que nos puso en
contacto con una compañía turca.
Les
enviamos nuestro proyecto, y les gustó. Gustavo llegó dos días antes del rodaje,
conoció al equipo e hizo el casting.
¿Cuántos días duró el rodaje?
Cinco
días. Jornadas de 24 horas. Ofrecíamos a los actores el proyecto y les pedíamos
que nos cedieran su tiempo. Sólo podíamos pagar dietas, no sueldos. No teníamos
detrás ninguna productora y todo el coste lo asumimos con nuestro dinero. Ellos
nos daban su tiempo y, con eso, salió Invisibles, con la intención de que fuera
el piloto de una serie. La primera temporada nos costó 3.000 €. Cuando llegamos
a Madrid y empezamos a montar el material nos dimos cuenta de que no íbamos a
ninguna parte con una hora de ficción. Entonces tuvimos la idea de hacer 13
capítulos, montamos el blog y empezamos a hacer difusión.
¿Qué respuesta tuvisteis?
Muy
buena, porque la gente que la veía se quedaba sorprendida de que, en las
condiciones en las que está rodada la serie, el material fuera lo
suficientemente bueno y potente. Nos quedamos contentos de la experiencia y con
ganas de hacer más cosas. Contactamos con una plataforma que se llama Vodo.net,
una plataforma inglesa y alemana que, a través de creative commons, cuelga
webseries de todo el mundo.
Al
cabo de unos meses, Gustavo fue a pasar unos meses a Argentina y surgió la idea
de rodar la segunda temporada de Invisibles en Buenos Aires. Nos interesaba
mucho seguir la historia y que la localización no fuera Madrid. Lo intentamos
y, de hecho, teníamos un primer guión, pero la historia nos quedaba extraña.
¿Por qué?
Porqué
a mi personaje, Daniel Vargas, todo lo que le pasa, le pasa porque está solo en
una ciudad extraña. Que Daniel esté en Madrid o Barcelona lo protege, porque
puede recurrir a su red. La historia necesita que Daniel esté muy perdido, en
otro continente, en otro país.
Y
aprovechamos Buenos Aires porque allí teníamos contactos para seguir rodando.
Esta temporada la rodamos en 20 días, también con un presupuesto de unos 3.000
€.
Pero
aquí ya preparamos la producción y los guiones con una estructura de serie y
pudimos ajustar mucho más la pre-producción. Son 7 capítulos de 15 minutos y
cada capítulo está cerrado. Eso sí, tal y como lo habíamos hecho en Estambul:
cámara, micro y ciudad abierta. Con la ventaja de que Gustavo conoce a actores,
que les pudimos enseñar la propuesta y animamos a mucha gente.
Tuvimos
la suerte que hubo gente que nos ayudó no sólo ante la cámara sino detrás y nos
ayudaron a conseguir un montón de espacios: un hospital...
Y la comisaría del primer capítulo?
No...
la comisaría del primer capítulo es una oficina. Una comisaría es muy
complicada de conseguir. Hay espacios que son complicados, pero también los
cogemos, como el metro de Buenos Aires. Lo intentábamos y, si nos echaban, nos
íbamos y reajustábamos el rodaje, pero lo probábamos y nos adaptábamos a la
disponibilidad de espacios.
Fueron
días de 24 horas en los que nuestros horarios iban a disposición del equipo de
rodaje, porque entendemos que debemos respetar al máximo el trabajo de toda la
gente que colabora con nosotros. Ellos nos dan su trabajo y nosotros una
plataforma de difusión, que no es nada fácil para un actor. Y un material que
les permite lucirse porqué, como no nos podemos permitir personajes que no
puedan aportar nada, todos los que aparecen tienen un rol en la serie.
Y la
experiencia de Buenos Aires fue mejor que Estambul.
¿Y por qué Daniel Vargas es un
personaje tan desubicado? En la primera temporada da la sensación que sea una
bola de un juego del millón, que va rebotando de un lugar a otro. Una persona
que no sabe qué le pasa pero a quién los acontecimientos le llevan de un lugar
a otro. ¿En la segunda temporada esto también es así?
En la
segunda temporada es más evidente. En la primera todavía cree que controla las
cosas. Daniel Vargas es un policía español. Un policía normal, no un
superpolicía, un policía de los que patrullan por la calle. En la primera
temporada, su comisario le dice que debe ir a Estambul a buscar a su hermano
Germán.
Germán
era un casco azul que dejó el ejército y tiró por el lado oscuro de la vida. Es
el capo de un submundo, que intuimos que existe, de gente que no se ve, que es
invisible, pero que mueve el mundo. Daniel de entrada se niega porque hace
muchos años que no lo ve, pero acata las órdenes. Intenta contactar con Germán
y, como no puede, contacta con una pareja de Germán y, a medida que remueve el
entorno de su hermano la gente se empieza a poner nerviosa. Empiezan a pasar
cosas y la gente empieza a decidir por él. Daniel ve que él no está allí por lo
que teóricamente le han dicho. Al final de la primera temporada descubre que le
han vendido y, en la segunda, ya pierde su rol de policía que se dedica a hacer
el bien y se dedica a sobrevivir. Y se dedica a descubrir quién, por qué y por
qué él.
En la
segunda temporada es mucho más evidente lo que comentas, que va de un lugar a
otro. Hacia el final de la segunda temporada se planta y dice ahora decido yo.
¿Habrá una tercera temporada en la que
Daniel tome decisiones?
Sí,
habrá una tercera temporada porque creemos que el personaje se la merece y que
el producto lo permite. Y ya la estamos preparando.
Y como actor, ¿qué te ha aportado
Invisibles?
Me
aporta muchísimo. Puedo jugar con el medio audiovisual, puedo hacer cine. Hasta
ahora había hecho pequeñas apariciones en un medio que hasta ahora no dominaba
y, además, el rodaje nos obliga a adaptarnos. Me aporta matices. Porque Daniel
empieza siendo muy blanco, muy bueno, pero las circunstancias lo van llevando
hacia los límites y hacia cruzar líneas que él no se había planteado. Y el
personaje se va oscureciendo, se pudre.
¿Será un malo-malo?
No te
lo puedo decir porque no lo sabemos.
El otro día leía un artículo sobre el
estreno de la obra Els dolents de Shakespeare en el que se decía que
Shakespeare es el autor que mejor consigue captar esta vertiente humana de la
maldad. ¿En Invisibles, quién es el malo?
Es
Germán. Germán no aparece físicamente en ningún momento. Se le nombra, siempre
está ahí, pero no tiene cara. Alrededor del Germán hay micro-malos. Pero
diríamos que el bueno es Daniel, y el antagonista Germán. Quizás se van
fusionando poco a poco, y las circunstancias lo van llevando hacia la
transformación. No es impermeable al mal y eso le lleva a pudrirse. Evoluciona,
como la gente, de una manera bestia. Gustavo todavía no ha escrito la tercera
temporada y yo ya tengo algunas ideas de cómo evolucionaría Daniel, pero eso ya
es cosa del guionista, que tiene la última palabra.
¿Tú sugieres cosas?
Sí, yo
aporto algunas ideas, como veo el personaje. Pero el guionista y el director es
Gustavo.
Y mientras rodáis, aparte de los
escenarios, ¿hacéis cambios?
Sí, de
hecho el segundo capítulo aparece un personaje, Nico, que al principio, era un
chico. Pero durante el casting no apareció ningún actor que hiciera el papel, y
sí la actriz. Y eso transforma a Janina.
Esta
segunda temporada está siendo toda una revolución para nosotros. Hicimos la
presentación en Madrid y vino más gente de la que esperábamos, y en streaming
hubo más de 200 conexiones. Y eso a nosotros cada día nos sorprende, porque
supera nuestro entorno. Nos han entrevistado diferentes medios como el canal
24h de tve, medios de cine están interesados en nuestra producción...
Lo que teníamos claro era que, lo
fuéramos a vender o no, el producto se tenía sostener. En lugar de llamar una
puerta y ofrecer un proyecto, queríamos ser
capaces de ofrecer un producto acabado y de calidad. Y eso nos da la
legitimidad de decir con 3.000 € hemos hecho esto. Si me das 10, o 20,
imagínate... Nuestra idea es rodar tipo documental. Equipo mínimo.
¿Os gustaría hacer un Invisibles a lo
grande?
Sí,
pero un Invisibles a lo grande sería otra cosa. Invisibles es lo que es porque
rodamos por el medio que rodamos, internet es la plataforma idónea para lo que
queremos hacer. Cada vez menos la gente espera el miércoles a las 10 para ver
algo; cada vez más, la gente ve lo que quiere en el momento que quiere. Por eso
hacemos un formato que dura 15 minutos, porque lo puedes ver en cualquier
momento. Internet es el futuro. Debe acotarse, pero es necesario que lo haga
quien le corresponde.
Que el
presidente de la academia del cine diga lo que dice de internet no tiene
sentido. Yo le recomiendo que vaya a invisiblesseries.wordpress.com, donde verá
una serie de producción española rodada en diferentes escenarios y viable.
Este
medio te da muchas cosas. Como productor he aprendido mucho. Yo estaba
acostumbrado a llegar al rodaje a la hora que tocaba, y ahora he podido
aprender el trabajo que hay, que el equipo de gente que está a mi cargo esté
bien, que las localizaciones estén correctos, a hacer de community manager ...
Ahora que haga la promoción por los
medios, ¿qué notas?
Que la
gente que se empieza a interesar cuando ve qué hacemos y cómo lo hacemos.
Cuando empezamos a explicar el proyecto, su mirada primero es distante, pero se
transforma cuando les explicamos lo que hacemos o cuando ven el producto. Y eso
nos da mucha confianza.
Porqué
no tenemos ni una productora, ni un nombre ni nadie detrás y conseguimos cierto
impacto. Que tengas una productora no te asegura nada, pero que no la tengas
tampoco. Y pienso, de acuerdo, seguiré trabajando para conseguir dinero y hacer
Invisibles 3 y, cuando acabe, tenemos una libreta llena de proyectos. Y
seguiremos creando. Y probablemente yo no seré ante la cámara, porque he
descubierto que me gusta producir. Cuando, a Invisibles 2, veo una localización
complicada pienso, eso lo he conseguido yo. He descubierto que como actor soy
capaz de hacer un personaje, pero como productor soy capaz de hacer una serie.
Y eso me encanta.
Y, es
más, como espectador me he enganchado a Invisibles 2.
Yo, que soy amiga tuya, veo que hay
otro Xavi que no conocía. Te he visto haciendo diferentes cosas, y nos
conocemos, pero es curioso porque con la segunda temporada he visto un Xavi
diferente, y eso está muy bien. Porque como actor has cambiado. Desde la primera
vez que te vi en el Institut del Teatre hace quince años, ha pasado mucho
tiempo y como actor eres diferente.
Sí, me
noto la evolución. Me gusta ver Invisibles 2 porque como actor me siento mejor.
He madurado, he aprendido muchas cosas y, sobre todo, tengo la sensación de que
esto lo he hecho yo.
Sigo
llamando a las grandes puertas y queriendo que un productor y un director me
digan tenemos un proyecto para ti. Sigo luchando por ello pero, mientras tanto,
yo seguiré creando. Porque es mi trabajo. Es mi vida. Y el tiempo que me estoy
en Buenos Aires rodando, podría estar en el sofá esperando, pero no estaría
rodando, no sería feliz.
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