divendres, 8 de juny del 2012

He descubierto que como actor soy capaz de hacer un personaje, pero como productor soy capaz de hacer una serie


Quedamos con Xavi Fontana, mitad del proyecto Invisibles, para que me cuente cómo surgió la idea de rodar una webserie, cómo ha ido la presentación de la segunda temporada y sus planes de futuro.


¿Por qué invisibles?
Invisibles nace de Gustavo Palacios, mi socio, director y guionista de la serie, y de mí. Nace de la necesidad vital de hacer cosas. Estábamos cansados ​​de que la ficción que se hace en España no nos convenciera, así que un día decidimos que, en lugar de sentarnos en el sofá y esperar, lo mejor que podíamos hacer era crear nuestra propuesta.
Entonces Gustavo escribió un guión teniendo en cuenta que nos interesaba el thriller y que queríamos alejarnos de la comedia, que es lo que mayoritariamente se hace en las webseries. Pensamos que podíamos hacerlo fácil, en Madrid, donde vivimos, o buscar una localización que facilitara el desarrollo de la historia.
En Madrid porque es ahí donde vivís, ¿verdad?
Exacto. Me fui de Barcelona hace siete años porque la falta de oportunidades laborales como actor me hizo decidir ir a probar suerte a Madrid. Y allí conocí a Gustavo, trabajando. Conectamos porque compartíamos una misma mirada sobre muchas cosas.
Y él propuso rodar a Estambul porqué la ciudad, por sí sola, ya es todo un personaje que ayuda mucho a la historia. Porqué veíamos que nos diferenciaría sobre muchas producciones. Y porqué, además, Estambul es muy barato a la hora de rodar. Fuimos a Estambul...
Y fuisteis literalmente tú y Gustavo...
Sí, con lo puesto. Es decir, con una cámara y un micro. No conocíamos a nadie. Nos pusimos en contacto con el Instituto Cervantes de Estambul por si nos podían poner en contacto con alguna compañía de teatro que pudiera hablar un poco de castellano. El mail que enviamos dio vueltas hasta que llegó a una bailarina francesa que vive en Estambul, a quién no conocíamos, y que nos puso en contacto con una compañía turca.
Les enviamos nuestro proyecto, y les gustó. Gustavo llegó dos días antes del rodaje, conoció al equipo e hizo el casting.
¿Cuántos días duró el rodaje?
Cinco días. Jornadas de 24 horas. Ofrecíamos a los actores el proyecto y les pedíamos que nos cedieran su tiempo. Sólo podíamos pagar dietas, no sueldos. No teníamos detrás ninguna productora y todo el coste lo asumimos con nuestro dinero. Ellos nos daban su tiempo y, con eso, salió Invisibles, con la intención de que fuera el piloto de una serie. La primera temporada nos costó 3.000 €. Cuando llegamos a Madrid y empezamos a montar el material nos dimos cuenta de que no íbamos a ninguna parte con una hora de ficción. Entonces tuvimos la idea de hacer 13 capítulos, montamos el blog y empezamos a hacer difusión.
¿Qué respuesta tuvisteis?
Muy buena, porque la gente que la veía se quedaba sorprendida de que, en las condiciones en las que está rodada la serie, el material fuera lo suficientemente bueno y potente. Nos quedamos contentos de la experiencia y con ganas de hacer más cosas. Contactamos con una plataforma que se llama Vodo.net, una plataforma inglesa y alemana que, a través de creative commons, cuelga webseries de todo el mundo.
Al cabo de unos meses, Gustavo fue a pasar unos meses a Argentina y surgió la idea de rodar la segunda temporada de Invisibles en Buenos Aires. Nos interesaba mucho seguir la historia y que la localización no fuera Madrid. Lo intentamos y, de hecho, teníamos un primer guión, pero la historia nos quedaba extraña.
¿Por qué?
Porqué a mi personaje, Daniel Vargas, todo lo que le pasa, le pasa porque está solo en una ciudad extraña. Que Daniel esté en Madrid o Barcelona lo protege, porque puede recurrir a su red. La historia necesita que Daniel esté muy perdido, en otro continente, en otro país.
Y aprovechamos Buenos Aires porque allí teníamos contactos para seguir rodando. Esta temporada la rodamos en 20 días, también con un presupuesto de unos 3.000 €.
Pero aquí ya preparamos la producción y los guiones con una estructura de serie y pudimos ajustar mucho más la pre-producción. Son 7 capítulos de 15 minutos y cada capítulo está cerrado. Eso sí, tal y como lo habíamos hecho en Estambul: cámara, micro y ciudad abierta. Con la ventaja de que Gustavo conoce a actores, que les pudimos enseñar la propuesta y animamos a mucha gente.
Tuvimos la suerte que hubo gente que nos ayudó no sólo ante la cámara sino detrás y nos ayudaron a conseguir un montón de espacios: un hospital...
Y la comisaría del primer capítulo?
No... la comisaría del primer capítulo es una oficina. Una comisaría es muy complicada de conseguir. Hay espacios que son complicados, pero también los cogemos, como el metro de Buenos Aires. Lo intentábamos y, si nos echaban, nos íbamos y reajustábamos el rodaje, pero lo probábamos y nos adaptábamos a la disponibilidad de espacios.
Fueron días de 24 horas en los que nuestros horarios iban a disposición del equipo de rodaje, porque entendemos que debemos respetar al máximo el trabajo de toda la gente que colabora con nosotros. Ellos nos dan su trabajo y nosotros una plataforma de difusión, que no es nada fácil para un actor. Y un material que les permite lucirse porqué, como no nos podemos permitir personajes que no puedan aportar nada, todos los que aparecen tienen un rol en la serie.
Y la experiencia de Buenos Aires fue mejor que Estambul.
¿Y por qué Daniel Vargas es un personaje tan desubicado? En la primera temporada da la sensación que sea una bola de un juego del millón, que va rebotando de un lugar a otro. Una persona que no sabe qué le pasa pero a quién los acontecimientos le llevan de un lugar a otro. ¿En la segunda temporada esto también es así?
En la segunda temporada es más evidente. En la primera todavía cree que controla las cosas. Daniel Vargas es un policía español. Un policía normal, no un superpolicía, un policía de los que patrullan por la calle. En la primera temporada, su comisario le dice que debe ir a Estambul a buscar a su hermano Germán.
Germán era un casco azul que dejó el ejército y tiró por el lado oscuro de la vida. Es el capo de un submundo, que intuimos que existe, de gente que no se ve, que es invisible, pero que mueve el mundo. Daniel de entrada se niega porque hace muchos años que no lo ve, pero acata las órdenes. Intenta contactar con Germán y, como no puede, contacta con una pareja de Germán y, a medida que remueve el entorno de su hermano la gente se empieza a poner nerviosa. Empiezan a pasar cosas y la gente empieza a decidir por él. Daniel ve que él no está allí por lo que teóricamente le han dicho. Al final de la primera temporada descubre que le han vendido y, en la segunda, ya pierde su rol de policía que se dedica a hacer el bien y se dedica a sobrevivir. Y se dedica a descubrir quién, por qué y por qué él.
En la segunda temporada es mucho más evidente lo que comentas, que va de un lugar a otro. Hacia el final de la segunda temporada se planta y dice ahora decido yo.
¿Habrá una tercera temporada en la que Daniel tome decisiones?
Sí, habrá una tercera temporada porque creemos que el personaje se la merece y que el producto lo permite. Y ya la estamos preparando.
Y como actor, ¿qué te ha aportado Invisibles?
Me aporta muchísimo. Puedo jugar con el medio audiovisual, puedo hacer cine. Hasta ahora había hecho pequeñas apariciones en un medio que hasta ahora no dominaba y, además, el rodaje nos obliga a adaptarnos. Me aporta matices. Porque Daniel empieza siendo muy blanco, muy bueno, pero las circunstancias lo van llevando hacia los límites y hacia cruzar líneas que él no se había planteado. Y el personaje se va oscureciendo, se pudre.
¿Será un malo-malo?
No te lo puedo decir porque no lo sabemos.
El otro día leía un artículo sobre el estreno de la obra Els dolents de Shakespeare en el que se decía que Shakespeare es el autor que mejor consigue captar esta vertiente humana de la maldad. ¿En Invisibles, quién es el malo?
Es Germán. Germán no aparece físicamente en ningún momento. Se le nombra, siempre está ahí, pero no tiene cara. Alrededor del Germán hay micro-malos. Pero diríamos que el bueno es Daniel, y el antagonista Germán. Quizás se van fusionando poco a poco, y las circunstancias lo van llevando hacia la transformación. No es impermeable al mal y eso le lleva a pudrirse. Evoluciona, como la gente, de una manera bestia. Gustavo todavía no ha escrito la tercera temporada y yo ya tengo algunas ideas de cómo evolucionaría Daniel, pero eso ya es cosa del guionista, que tiene la última palabra.
¿Tú sugieres cosas?
Sí, yo aporto algunas ideas, como veo el personaje. Pero el guionista y el director es Gustavo.
Y mientras rodáis, aparte de los escenarios, ¿hacéis cambios?
Sí, de hecho el segundo capítulo aparece un personaje, Nico, que al principio, era un chico. Pero durante el casting no apareció ningún actor que hiciera el papel, y sí la actriz. Y eso transforma a Janina.
Esta segunda temporada está siendo toda una revolución para nosotros. Hicimos la presentación en Madrid y vino más gente de la que esperábamos, y en streaming hubo más de 200 conexiones. Y eso a nosotros cada día nos sorprende, porque supera nuestro entorno. Nos han entrevistado diferentes medios como el canal 24h de tve, medios de cine están interesados ​​en nuestra producción...
Lo que teníamos claro era que, lo fuéramos a vender o no, el producto se tenía sostener. En lugar de llamar una puerta y ofrecer un proyecto, queríamos ser capaces de ofrecer un producto acabado y de calidad. Y eso nos da la legitimidad de decir con 3.000 € hemos hecho esto. Si me das 10, o 20, imagínate... Nuestra idea es rodar tipo documental. Equipo mínimo.
¿Os gustaría hacer un Invisibles a lo grande?
Sí, pero un Invisibles a lo grande sería otra cosa. Invisibles es lo que es porque rodamos por el medio que rodamos, internet es la plataforma idónea para lo que queremos hacer. Cada vez menos la gente espera el miércoles a las 10 para ver algo; cada vez más, la gente ve lo que quiere en el momento que quiere. Por eso hacemos un formato que dura 15 minutos, porque lo puedes ver en cualquier momento. Internet es el futuro. Debe acotarse, pero es necesario que lo haga quien le corresponde.
Que el presidente de la academia del cine diga lo que dice de internet no tiene sentido. Yo le recomiendo que vaya a invisiblesseries.wordpress.com, donde verá una serie de producción española rodada en diferentes escenarios y viable.
Este medio te da muchas cosas. Como productor he aprendido mucho. Yo estaba acostumbrado a llegar al rodaje a la hora que tocaba, y ahora he podido aprender el trabajo que hay, que el equipo de gente que está a mi cargo esté bien, que las localizaciones estén correctos, a hacer de community manager ...
Ahora que haga la promoción por los medios, ¿qué notas?
Que la gente que se empieza a interesar cuando ve qué hacemos y cómo lo hacemos. Cuando empezamos a explicar el proyecto, su mirada primero es distante, pero se transforma cuando les explicamos lo que hacemos o cuando ven el producto. Y eso nos da mucha confianza.
Porqué no tenemos ni una productora, ni un nombre ni nadie detrás y conseguimos cierto impacto. Que tengas una productora no te asegura nada, pero que no la tengas tampoco. Y pienso, de acuerdo, seguiré trabajando para conseguir dinero y hacer Invisibles 3 y, cuando acabe, tenemos una libreta llena de proyectos. Y seguiremos creando. Y probablemente yo no seré ante la cámara, porque he descubierto que me gusta producir. Cuando, a Invisibles 2, veo una localización complicada pienso, eso lo he conseguido yo. He descubierto que como actor soy capaz de hacer un personaje, pero como productor soy capaz de hacer una serie. Y eso me encanta.
Y, es más, como espectador me he enganchado a Invisibles 2.
Yo, que soy amiga tuya, veo que hay otro Xavi que no conocía. Te he visto haciendo diferentes cosas, y nos conocemos, pero es curioso porque con la segunda temporada he visto un Xavi diferente, y eso está muy bien. Porque como actor has cambiado. Desde la primera vez que te vi en el Institut del Teatre hace quince años, ha pasado mucho tiempo y como actor eres diferente.
Sí, me noto la evolución. Me gusta ver Invisibles 2 porque como actor me siento mejor. He madurado, he aprendido muchas cosas y, sobre todo, tengo la sensación de que esto lo he hecho yo.
Sigo llamando a las grandes puertas y queriendo que un productor y un director me digan tenemos un proyecto para ti. Sigo luchando por ello pero, mientras tanto, yo seguiré creando. Porque es mi trabajo. Es mi vida. Y el tiempo que me estoy en Buenos Aires rodando, podría estar en el sofá esperando, pero no estaría rodando, no sería feliz.